Archivo | febrero, 2013

De tapas y vinos por La Laguna (I)

28 Feb

El municipio tinerfeño de La Laguna se ha convertido en estos últimos años en un lugar de visita indispensable si queremos pasar un buen rato tomando tapas o pinchos con una copa de vino.

Si antes, y aún hoy en día en muchos establecimientos, sólo nos ofrecían por copas un “Ribera o un Rioja”, actualmente muchos establecimientos se están dando cuenta de que el cliente prefiere pedir varias copas de diferentes caldos de calidad y no elegir una sola botella ni acotar sus sensaciones a los «Ribera o Riojas».Vinoteca La Reserva

Además de las múltiples tascas y restaurantes, las de toda la vida y las que cada mes abren sus puertas o cambian de nombre y propietario, también se han sumado a la “moda” del vino y la tapa las vinotecas, como La Reserva, que ofrece en la calle Herradores una pequeña variedad de vinos por copas, canarios, principalmente, y alguno nacional, que cambian cada mes y ricas tapas. Eso sí, no esperes una “copa de vino”, más bien sirven una “mini copa” a precio de copa completa y aunque las tapas y el picoteo son de calidad, pude comprobar que en su elaboración (lo hacen a la vista de los comensales) la higiene no es su punto fuerte.

Otra vinoteca que conocí hace algunos años es La Cava de Aguere, un lugar donde puedes comprar un buen vino regional o nacional y tomarte una copa de vinos seleccionados por su dueño, que cambian con frecuencia, acompañada de una rica tapa (riquísimo el jamón serrano) o plato, muy bien servido, con una aceptable relación calidad-precio y un agradable atendimiento. Lo negativo: quizás lo poco acogedor del ambiente de local y la zona (Calle el Consistorio 15, La Laguna, por debajo de la policía local). Eso sí, es un lugar muy tranquilo para quien se quiera alejar del bullicio.

Jamón ibérico campeadoUn gastrobar que me sorprendió, en un primer momento y por lo concurrido del local, fue el San Cristóbal Tapas Bar, situado en la Plaza de la Concepción en pleno centro de La Laguna, y donde antes había una vinoteca (Campos de fresas creo que se llamaba). Pues bien, han remodelado el local y ahora es una especie de tasca de estilo contemporáneo en la que sirven sólo entrantes, tapas y ensaladas, acompañados por vino por botellas y por copas.Saquitos rellenos

De entrante pedí la tabla de jamón ibérico de cebo, «Jamón ibérico campeado» lo llamaban y será porque lo servían con un puñado de almendras. El jamón estaba cortado no en el momento, se veía que lo habían laminado y guardado, con un corte “a máquina”, demasiado homogéneo y fino para ser a mano, cosa que hacía que el jamón tuviese una textura y un sabor incorrecto, además, me pareció un poco caro esta media tabla para la calidad del plato, la cantidad y en comparación con el precio de las demás tapas. Luego degusté los saquitos rellenos (unos hojaldres rellenos de morcilla y compota de manzana y de queso con cebolla caramelizada) que estaban bien conseguidos y resultaban apetitosos por su contraste de sabores. Lo que no me gustó es la cantidad de crema de vinagre balsámico que rociaron sobre ellos para decorar, algo que encubría, en parte, el sabor de los ingredientes principales.

En segundo lugar probé el “Coscorrón de queso San Cristóbal”, la tapa ganadora de la medalla de plata en la Ruta de la Tapa de San Benito 2011. Un plato original elaborado con una masa de bizcocho fina sobre el que extendían una capa de cebolla caramelizada y en donde asentaban un medallón de rulo de queso de cabra, bañado con otro queso gratinado y unos trozos tostados de jamón. La tapa estaba rica excepto por la mezcla de los dos quesos, no entiendo que pintaba el queso gratinado por encima, y por un abuso, de nuevo, del vinagre balsámico para decorar.Coscorrón de queso

Por último y para endulzar el paladar opté por uno de los postres que mostraban en la vitrina: una tarta de queso con arándanos, sin duda lo peor de la comida: estaba demasiado caliente y parecía una simple “natilla” de esas que se hacen rehidratando polvos y decorada con una dulzona mermelada de arándanos.  A todo esto se suma que al final tuve otra mala «experiencia», la que sufrí cuando sacaba una foto a la carta, eclipsando la buena atención que había recibido hasta ese momento. El encargado o propietario me recriminó que sacará fotos a la carta y, aunque le dije que sólo era para recordar los nombres de lo que había tomado, me prohibió, de malas maneras, sacarle fotos y sin más explicación y dejándome con la palabra en la boca dio media vuelta y continuó con sus labores. Admito que hubiera sido más correcto pedirle permiso pero sus formas ante este hecho hicieron que saliera con mal sabor de boca del local.